Han pasado más de 7 años desde que Wenses y Lala se estrenó por primera vez, pero eso no impide que cada vez que se presenta vaya alguien nuevo que no la conocía y que se conmueve con la historia que cuentan sobre el escenario. Yo mismo recuerdo esa primera vez, estaba en un teatro sentado a un lado de mi hermana riendo, disfrutando de la capacidad para improvisar que tienen Tete y Adrián, hasta lloramos con “La despedida” y nos limpiamos las lágrimas de la forma más sutil. 

Esa primera vez ha creado conmigo un sesgo que me permite ver la obra con una forma distinta, recordando un momento tan personal y especial que no importa cuántas veces las vea o si conocemos el final, esa memoria te hará apreciarla de una forma diferente. Guardando los argumentos más agudos para otros tiempos, disfrutando de la experiencia con la que ya se había creado una memoria. 

En la presentación 500 de Wenses y Lala, el ambiente que se vivía en el recinto era más bien de fiesta, entendidos de estar en un festejo por llegar a un número tan grande que se tiene que celebrar con la alegría de la vida, como lo hacen los protagonistas al contarnos esta historia que con el amor nos cuenta los problemas más pesados para dos personas que decidieron mantenerse unidos como amigos, novios, esposos y compañeros de vida. 

Adrián Vázquez, quien da vida a Wenses  —además de ser el dramaturgo y director de este proyecto— nos muestra en esta función como es que ha entendido la estructura del personaje haciéndolo un hombre que termina siendo tan entrañable por su manera tan seria de ser, que puede recordar a muchos de nuestros abuelos o bisabuelos, quienes adentro de su caparazón de hostilidad guardaban una gran ternura que solo demostraban en sus momentos más íntimos. 

Por otra parte, Teté Espinoza es quien rompe los momentos de tensión en esta puesta y lo hace con un carisma que le da toda la gracia para conseguir que los espectadores pasen de una lágrima a una risa, mostrando un lado amable a la vida que tanto disfruta el personaje de Lala, a pesar de los arduos momentos que esta narrando en la historia.  Tampoco podemos dejar de mencionar, la hermosa voz de Teté que hace que el teatro enteró le aplauda cuando termina de entonar esa melodía que le cantaba su madre. 

Podemos mencionar también que el discurso social que tiene la obra sobre el narcotráfico y violencia en el norte del país, así como la injusticia por parte de las autoridades se tocan de una forma muy genuina y esto hace que no parezca ser parte de un check list a cumplir. Podemos darnos cuenta de que este tipo de cuestiones se cuentan así, directo como una anécdota que cambia vidas porque si bien podemos ver como se acopla a la vida de la pareja, lo cierto es que podríamos escucharla de personas cercanas a nuestra realidad. 

La función 500 de Wenses y Lala tuvo como invitados para develar la placa conmemorativa a Mauricio Ochmann, Martín Altomaro y Dolores Heredia quienes se mostraron conmovidos por la historia y felices por el trabajo que han realizado sus compañeros en escena. Esta temporada continua en el Teatro López Tarso del Centro Cultural San Ángel con funciones los viernes a las 20:00, los sábados a las 21:00 y los domingos a las 19:00 horas