Vampiros cultistas, experiencia dinámica multijugador, un juego desarrollado por Arkane Studios y distribuido por la mismísima Bethesda. Hasta aquí, todo suena como una atractiva premisa de un videojuego, y lo es. Desafortunadamente Redfall llegó con un golpe de realidad para demostrar que a veces las ideas terminan en desastre durante la ejecución.

¿Qué diría Drácula?

Redfall toma lugar en una isla ficticia del mismo nombre ubicada cerca de las costas de Massachusetts, Estados Unidos. De pronto, y sin avisar, se desata un ataque de vampiros. Los ciudadanos indefensos intentan huir y los más desquiciados forman un culto de adoración a estos mismos chupa sangre. En la teoría todo lo anterior suena bien y de hecho así mismo se narra el prólogo del juego. No obstante, a partir de ahí en la ejecución, todo se hace polvo como vampiro expuesto al sol.

Los cuatro protagonistas forman el ya clásico grupo dispar de excéntricos individuos con habilidades únicas. Sin embargo, ni los personajes son carismáticos ni sus habilidades atractivas. La jugabilidad está más inclinada a una experiencia cooperativa la cual, vista de lejos, asemeja un poco a Left 4 Dead. Aunque ya de cerca hay un abismo de diferencia, en el mal sentido.

Los vampiros evolucionan… pero hacia atrás

Por sí solo, Arkane Studios ya es sinónimo de calidad de videojuegos. La desarrolladora es la responsable de grandes títulos como Prey y Dishonored en los cuales el sigilo tiene mucho peso. Desafortunadamente no es el caso en Redfall. Prácticamente no existen mecánicas para combatir a los enemigos de maneras sigilosas y las pocas se sienten muy poco pulidas.

Está el ejemplo de Jacob, uno de los protagonistas. Una de las habilidades de este ex mercenario es volverse invisible brevemente para infiltrarse en zonas llenas de enemigos. En lugar de desatar una silenciosa letalidad, en Redfall simplemente se les puede dar un golpe por la espalda a los enemigos y éstos caerán al suelo como trapos. Simplemente anticlimático.

La opción del combate frontal tampoco es disfrutable. La inteligencia artificial es sencillamente mala pues los enemigos no se ponen a cubierto ni presentan un verdadero reto. En el caso de los vampiros es peor. Quienes deberían ser enemigos más formidables que los cultistas mortales, presentan los mismos errores y terminan como dianas de tiro al blanco.

Un cadáver seco

Por el lado de la narrativa el título tampoco se salva. Igualmente de ambiguo como el prólogo, la historia de Redfall se desenvuelve sin nada de carisma. En todo el juego no hay cinemáticas y en su lugar solo hay algunas secuencias de imágenes y notas para leer. Casi parece como si el estudio se hubiera quedado sin tiempo o presupuesto y en lugar de animaciones se quedaron sólo los storyboards.

La carencia narrativa pesa más tratándose de un juego de mundo abierto. No hay una motivación para explorar la isla de Redfall o para hacer el milésimo encargo de misión secundaria. Porque eso sí, las misiones de recadero que consisten en ir de un punto a otro solo para presionar un botón, abundan.

Los aspectos técnicos también son bastante pobres. Redfall se anunció como una de las exclusivas de mayor peso para la nueva consola de Microsoft, la Xbox Series. El resultado en cuestión de gráficos no está para nada a la altura y parecen más de un título de la Xbox 360 de hace dos generaciones. Por momentos los escenarios tardan en renderizar y hay incluso caída de frames. 

Más muertos de decepción que de emoción

Lamentablemente, Redfall es decepcionante en todos los sentidos. Peor aún, el fracaso de este título resuena más por quiénes están detrás. Este juego parece haber sido desarrollado más por un estudio amateur cuando en realidad los responsables son desarrolladoras de alto perfil. Sin dudas Redfall será una mancha difícil de quitar para Arkane, Bethesda e incluso la propia Xbox.