En 2013, Zack Snyder inició un viaje innegablemente diferente con el estreno de Man of Steel, que representó un reinicio cinematográfico total para Superman por primera vez en más de 30 años. Aunque con una recepción mixta, la cinta causó suficiente interés y ganancias para justificar una secuela. Poco sabíamos que estábamos ante el inicio de un universo más grande de lo que podíamos imaginar. 

Para 2016, Batman v Superman: Dawn of Justice estrenó en todo el mundo y la audiencia se dividió por completo. Mientras unos idolatraron la cinta, otros la vieron como un producto casi imposible de ver. Esto diezmó la confianza de los ejecutivos de Warner Bros. en el siguiente proyecto de Snyder y en todo su universo. 

Con los ejecutivos respirandole en el cuello, el trabajo de Snyder para traer al cine por primera vez al equipo estrella de superhéroes de DC Comics se volvía cada vez más difícil. La desconfianza era agotadora y las batallas algo de todos los días. Sin embargo, el punto de quiebre fue cuando su hija se quitó la vida, por lo que decidió alejarse por completo del proyecto para concentrarse en su familia y lidiar con su pérdida. 

Las inversiones ya se habían hecho y los empresarios querían su dinero, por lo que se trajo al hasta entonces exitoso Joss Whedon para completar el proyecto y hacer algunos ajustes para hacer la película más del agrado de los altos mandos. No obstante, su estreno en 2017 fue una decepción en críticas y taquilla, lo que desató un movimiento en Internet que pedía a gritos ver la visión original de Snyder.  Lo que parecía una causa perdida se cristalizó después de cuatro años de trabajo sin descanso por parte de los fanáticos. 

Zack Snyder’s Justice League es una película estadounidense de 2021, dirigida por Zack Snyder y estelarizada por Ben Affleck, Henry Cavill, Gal Gadot, Ray Fisher, Ezra Miller y Jason Momoa. Determinado a asegurarse de que el sacrificio definitivo de Superman no fuera en vano, Bruce Wayne une fuerzas con Diana Prince con planes de reclutar un equipo de metahumanos para proteger al mundo de una amenaza de proporciones catastróficas que se aproxima. 

Al estar frente a una historia que jamás pensamos factible, es imposible no sentirse abrumado por toda la carga emocional detrás de la cinta y el esfuerzo sin precedentes de toda una comunidad. Tras el estreno de las dos cintas anteriores, era más que obvio que Snyder tenía una visión clara para Superman y Batman, una que requería de tiempo y extensión, y su Liga de la Justicia es justamente eso. 

Aunque con una primera hora un tanto aletargada, es evidente desde los primeros minutos que los cineastas tienen claro el camino por el que quieren llevar a estos personajes. Cada figura nueva tiene un trasfondo sólido y los ya establecidos utilizan el tiempo para evolucionar. 

Mientras Man of Steel se ejecutó en su totalidad con cámara al hombro para aterrizar al personaje a la realidad, y BvS utilizó una mezcla de cámara estable y al hombro para ejemplificar el momento de transición de nuestros héroes, el director estadounidense realiza esta tercera entrega con una cámara  totalmente estable, que continúa el trabajo de las cintas previas de emular visualmente el viaje emocional de nuestros personajes. 

Con un inusual aspect ratio 4:3, la fotografía en celuloide de Fabian Wagner brilla con luz propia; especialmente si se compara con el disparejo trabajo en cámara digital de la versión de 2017. Y aunque es evidente el poco tiempo que el equipo de postproducción tuvo para el trabajo de efectos por computadora, la cinta logra que esto no sea una distracción abismal.

Si bien no cuenta con los conflictos éticos y morales que caracterizaron a MoS y especialmente a Batman v Superman, el guión de Chris Terrio se preocupa por sus personajes y se enfoca en la resolución. Después de 8 años de comenzar su historia, Snyder y Terrio al fin logran darle redención a un Superman que además de luchar contra Zod, Lex Luthor y Doomsday, luchó contra sus propios miedos, sus inseguridades y la carga que representaba su propia existencia: todo para presentar al Superman orgulloso y consciente que siempre supimos que venía, pero no habíamos podido ver.

El Batman herido, lleno de rabia y dolor, al fin puede comenzar su camino hacia un Batman inspirado que, tras encontrarse con todos estos dioses terrenales, encuentra una restaurada y muy necesitada fe. Y aunque cada titán tiene su tiempo en pantalla, Cyborg y Flash se convierten en las gemas en bruto de este filme, esperando a que el mundo los descubra.

Un héroe sólo es tan grande como su villano, y Steppenwolf es sin duda una amenaza digna de la Liga. Con una fuerza bestial y una convicción egoísta e inamovible, el enemigo a vencer es un peligro real y formidable que se encarga de poner a prueba a nuestros héroes, sin opacar al riesgo aún mayor que yace detrás de él. 

Tom Holkenborg, mejor conocido como “Junkie XL”, se une a Snyder de nueva cuenta para quitar el extraño sabor de boca que dejó Danny Elfman en 2017. Si bien con cuatro horas de música, es de esperar que haya algunos momentos musicales débiles, Holkenborg logra obras maestras que, combinado con las imágenes en pantalla, arrebatan el aliento de la mano de Superman y especialmente Flash

Zack Snyder’s Justice League es un monumento histórico del poder de los fanáticos. Es una segunda oportunidad, precisamente como la segunda oportunidad que tienen nuestros protagonistas de salvar al mundo. Si bien cuatro horas no dejan de ser pesadas y tal vez no sea una duración apta para todos los espectadores casuales, es la duración que una epopeya como ésta merece y sobre todo, es la duración que los fanáticos merecen.Con algunos momentos atiborrantes e incluso innecesarios, La Liga de la Justicia de Zack Snyder es un cierre bellísimo para el “Snyderverso” y el comienzo de muchas ideas que probablemente nunca serán. Una película para los amantes de estos héroes, con momentos completamente emotivos, cargados de acción y peso. Un cántico mitológico que, en conjunto con Man of Steel y Batman v Superman: Dawn of Justice, nos recuerda la belleza de reconocernos a nosotros mismos como los seres dignos e imperfectos que somos, de unir en lugar de dividir, y de resistir los momentos de oscuridad para poder llegar a los momentos de esperanza.