El dolor es una huella marcada indeleblemente en el ser. Puede permanecer oculta, pero está latente. El dolor y la forma en que se lidia con éste es determinante para definir el carácter de la persona que carga con esta loza en un intento, a veces vano, por liberarse de este peso.

A partir de esta premisa la dramaturga y actriz Sandra Burgos escribió Archipiélago texto ganador del Premio Bellas Artes de Dramaturgia Baja California Luisa Josefina Hernández 2020, en el explora la huella de dolor de cuatro hermanas que fueron abandonadas por su madre en su infancia y que, después de largo tiempo, se reúnen en una cena navideña con el fin de expiar su perenne dolor.

La metáfora que implica el título de la obra es evidente desde los primeros minutos de la obra. Las hermanas protagonistas son islas contrastantes que, si bien, comparten un vínculo de origen, se encuentran separadas por fronteras insalvables y profundas como el dar. Sus raíces se encuentran enraizadas en el dolor que nación en su infancia tras el abandono de su madre. Sus caminos se bifurcaron y su ideología contrasta, lo que ha abonado para mantener su separación vigente. 

Cuando Galya, la hermana menor, encuentra un diario escrito por su madre, decide reunir a su familia en Nochebuena para reconstruir el vínculo que ha permanecido roto por varios años. Muy a su pesar y con el único deseo de conocer la “verdad” de su madre, las hermanas deciden asistir. El rencor entre las hermanas es latente, la obra maneja una tensión insondable que se construye con las actitudes de unos personajes que intentan ocultar su dolor bajo el velo de la apatía, la indiferencia o una felicidad fingida.

Mientras esperan a que Galya (Viridiana Olvera) llegue a la cena la infecta dinámica familiar sale a relucir. A pesar de ser hermanas, estos tres personajes no podrían ser más contrastantes y sus vínculos más distantes. Sonya (Sophie Alexander-Katz) es un ama de casa subyugada que emana una falsa felicidad. Katya, es una abogada resentida por el abandono de su madre que expresa una fortaleza exagerada y rehúye de los vínculos sociales. Tanya (Flavia Atencio) es una exitosa periodista con deseos de encontrar a su madre y convertirse ser madre ella misma.

La obra transcurre en una cena de nochebuena atípica. En donde la felicidad y la unión familiar es suplantada por recriminaciones y rencores no sanados. El dolor que guardan los personajes es evidenciado en cada uno de sus diálogos y sus movimientos. La cena es tensa, amarga, apática. 

Valeria Fabbri, directora de la obra, establece una puesta en la que el contraste reluce. El blanco impoluto de la escenografía ambientado con suave música navideña oculta los sentimientos oscuros de los personajes que salen a relucir conforme la trama avanza. 

La fragmentación del tiempo es otro acierto de Archipiélago. La obra constantemente es interrumpida por analepsis que conducen al espectador a un pedazo de vida de cada una de las hermanas en el que se retrata un momento bajo de su vida que justifica el carácter actual del personaje. 

Esta es una obra redonda en la que el dolor es el hilo conductor. Las protagonistas se encuentran inmersas en una espiral de sufrimiento de la que no pueden salir. Su hermana menor intentará hacer todo para recuperar lo perdido en una infancia marcada por la ausencia que se replica en su presente.

Archipiélago es un ir y venir de emociones fragmentadas. Un grito de cuatro personajes por expiar sus penas. El final es tan inesperado como, fiel a la construcción de la obra, doloroso.Archipiélago se presentará los miércoles y jueves a las 20:30 horas del 21 de febrero al 25 de abril del 2024 en el Foro Shakespeare.