Gerardo Dorantes presenta, en Correr para vivir, una historia necesaria en la que se pueden ver distintos matices de la realidad en México. La historia de dos hermanos Tarahumaras que sirve de eje para hablar de temas como el narcotráfico, así como del deporte y los sueños corrompidos por las necesidades de la vida contemporánea. Se trata de una obra redonda, que te mantiene enganchado de principio a fin, y que sirve como ejemplo para ver la forma en la que el arte siempre sigue las huellas de la realidad que pretende representar.

En esta película conoceremos a Homero y Capó, dos hermanos originarios de la comunidad Tarahumara del norte de México que viven su día a día en la sierra dentro de la siembra de su padre. Los vemos seguir una de sus aficiones favoritas, las carreras que realiza la comunidad en la región, actividad que inspira a Homero para convertirse en un corredor de reconocimiento internacional. Sin embargo, el destino de estos hermanos se ve embarrado por la presencia del narco.  


Noche de Fuego (2021) de Tatiana Huezo nos mostró una faceta cruda de esta premisa con el impacto del narcotráfico y la violencia en las zonas más recónditas del país, de sus efectos en la educación, las infancias y en la vida de las mujeres que habitan estas regiones. La realización de Gerardo Dorantes nos lleva por un camino similar y estas obras son referencia directa de la forma en la que el arte se ve influenciada por la realidad en la que nace. 

De esta forma, el cine se convierte en crítica social y en aviso de alerta para dar voz a contextos que muchas veces se vuelven invisibles ante el ojo mediático. Historias marcadas por el narco y su presencia en el país, los estragos de la violencia. Correr para Vivir visibiliza los casos de corredores indígenas que sirven como mulas al crimen organizado (personas que llevan droga de un punto a otro dentro de las regiones dominadas por los grupos criminales). 

Lo anterior podría dar pistas del camino que toma la historia, con Capó siendo el personaje que se ve involucrado en dicha actividad, punto a partir del cual podremos ver las consecuencias que ello acarrea para su familia. La historia de los hermanos se conjunta para entregarnos una obra memorable, llena de momentos crudos y emotivos, que a través de simbolismos y detalles nos invita a reflexionar sobre los sueños que parecen inalcanzables en una realidad que oprime hasta la muerte. 

Dentro de ello es de destacar el papel del actor Osvaldo Sánchez, quien interpreta a Jacinto, la fuerza antagónica que se contrapone a los roles de Vladimir Rivera y Manuel Cruz, entregándonos un villano despreciable y que golpea una y otra vez la vida los protagonistas. 

Visualmente esta cinta es hipnótica, el cuidado en el color de las tomas es muy bueno, nos trasladan de lleno a la sierra con sus relieves representados por las montañas, la niebla del bosque y el calor abrasador del desierto. Hay escenas en las que se exalta la maravilla de la naturaleza y que dan una idea sobre la visión documentalista que tiene la película, en términos técnicos cumple con creces, por lo que es más que recomendable verla en una sala de cine.

Es bueno ver que proyectos de este estilo tengan un lugar en las salas comerciales del país, para que el público se anime a ver propuestas complejas, sumamente redondas, que invitan a la crítica social a partir de buenas historias. El año pasado Señora Influencer (2023) fue parte de esta nueva ola de cine mexicano con realizaciones que manejan una mayor variedad en los discursos, así como en las formas que permite el cine para representar la realidad a través del arte.