Del director Diego Graue, llega Viaje todo robado, una cinta road trip a la mexicana ubicada en los inicios de los años dos mil, en la que las mentiras caen por su propio peso. A partir de situaciones entretenidas, que caen en los convencionalismos del género, el viaje de la familia Camargo es un recuerdo interesante sobre una época  no tan lejana y cuyas referencias a situaciones típicas de la mexicanidad son divertidas dependiendo de qué tanto te identifiques con ellas.  

Viaje todo robado es una película de comedia mexicana en toda regla, una de las que posiblemente llegaban a pasar en el canal dos los fines de semana cuando la programación habitual lo permitía y que resultaba entretenida para ver en familia. Esto es aún más relevante si tomamos en cuenta que, el hablar en tiempo pasado de esta cinta, va enteramente relacionado con la idea que el director presenta al retratar una época que no se siente tan lejana: los principios de los años dos mil.

El inicio del milenio en México se vio marcado por la famosa alternancia en el poder, el cambio en las expectativas de muchas personas respecto de su poder adquisitivo, después de una profunda crisis que marcó los años noventa, y todo un estilo de vida caracterizado por camionetas familiares con puertas automáticas, los quemadores de CD´s, reproductores Walkman y una realidad que aún desconocía los alcances del internet y las redes sociales.

 Todo ese contexto es el que marca a la familia protagonista de esta película: Los Camargo, en donde el papá, Carlos (Bruno Bichir), alguien que vive de sus glorias pasadas, se siente frustrado con un estilo de vida mecánico y cuenta con una familia que igual pasa por un momento de insatisfacción.

La historia nos lleva a un momento en el que Carlos se encuentra con un fajo de billetes que él utiliza para llevar a su familia de vacaciones, esto sin tener en cuenta las consecuencias de sus acciones. De tal manera que este viaje en familia servirá para que ellos vuelvan a encontrar aquello que los une y toparse con situaciones que los orillan a gastarse el dinero a cuenta gotas sin resolver por completo las mentiras que existen detrás de cada compra que hacen.

Carlos es alguien que debe hasta los calcetines, su esposa (interpretada por Ana Claudia Talancón) tiene problemas con los juegos de apuesta y sus hijos también tienen problemas económicos curiosos. Cada uno de los personajes tiene un arco que pretende apuntar a públicos de distintas edades, en donde el dinero juega un papel central y que inevitablemente conlleva a que algunos arcos sean más interesantes que otros.

Es en este aspecto donde destaca la historia de la hija (Irka Castillo) quien se ve envuelta en un arco de personaje que recuerda a la película ABC del amor, algo bastante enternecedor y entretenido porque le agrega un toque de inocencia que no deja de lado la comedia. 

Esta película destaca por la experimentación en la cámara y la edición de color, hay varias escenas que optan por tener ángulos simétricos, movimientos que se salen del tono telenovelesco que llegan a tener este tipo de obras y  un diseño que, en general, sí da la impresión de que volvemos a vivir a finales de los 90. Si bien, la ambientación pierde su inmersión a ratos, cierto es que sí provoca cierta nostalgia el ver tomas que bien parecen sacadas de aquellas fotos que nuestros padres iban a revelar a las tiendas de Kodak hace varios ayeres.

Derivado de lo anterior también se hace un buen trabajo en el diseño de producción, muy sutil y que sobre todo se enfoca en destacar aquellos objetos característicos de la época que mencioné párrafos atrás. 

Una de las sensaciones más interesantes que deja es que se siente el paso del tiempo, ya pasaron más de veinte años, una época que aparentemente no era tan lejana y que ahora se siente bastante añeja. 


En resumen Viaje todo robado es una cinta que se disfruta, hay situaciones genuinamente divertidas, con referencias satisfactorias, tanto de la cultura mexicana como una que otra dedicada al cine y que se siente como una anécdota personal del director. La historia es algo que ya se ha visto, pero su valor yace en el intento por hacer un road trip de época a la mexicana, desde la mirada de una familia de clase media alta, que hace reflexionar sobre el paso del tiempo.