La diversidad ha causado incomodidad en algunos sectores que están acostumbrados a seguir una ruta impuesta por personas de la sociedad que, por siglos tuvieron el poder de decidir qué era lo que, como audiencia de cualquier expresión artística, veríamos en las pantallas, los teatros, los museos y las páginas.

Sin embargo, millones de personas en el mundo, no se identificaban con las narrativas que observaban: entre las más comunes; un hombre buscando el éxito traducido en dinero y en ser el más fuerte de su grupo de amigos, mientras buscaba el amor de una mujer con quién compartirlo y quien, muchas veces solo era el objeto de deseo. Lo problemático, de entrada, es el machismo bajo el que este tipo de personajes se construyeron; pero además la falta de caminos diversos que permitiera mucho más que la posibilidad de siempre.

Por otro lado, cuando aparecían personajes distintos en estas historias, muchas veces eran motivo de burla o el centro de tragedias; sin la complejidad de cualquier personaje que siente, tiene sueños, intereses, logros y frustraciones. Muchxs artistas tuvieron que contar historias similares porque, de esa forma, aseguraban que su arte no fuera removido, censurado o prohibido de los lugares a donde querían llegar. Personas como Marsden Hartley, tuvieron que encontrar códigos con los cuales expresar su existencia queer, sin ser lo suficientemente explícitos para ser castigados.

La comunidad artística y sus creaciones no buscaban enamorarse de un hombre o de una mujer; tal vez ni siquiera querían enamorarse, sino soñaban con crear en libertad y la audiencia soñaba con decidir en esa misma libertad. Y aunque hubo artistas que lo hicieron, también hubo quienes pagaron cara esa libertad: con una crítica despiadada, la censura o con su integridad física. Muchxs dejaron de soñar con los lugares de “prestigio” y comenzaron a crear sus propios lugares de exposición y autodeterminación.

Por estas injusticias y este desfase entre el deber ser y el ser en los trabajos artísticos; existe el mes de la visibilización y el orgullo LGBTQ+; porque es necesario poner un alto a la intolerancia, la violencia y la estigmatización en todos los sectores de la sociedad. Por ello, como artistas y como audiencia tenemos un compromiso importante en torno a este tema: crear siendo exigentes y exigir siendo diversos para habitar esos espacios cuyo acceso ha sido negado por siglos.

Este mes es para visibilizar los ritmos, los rostros, las historias, la técnica y sobre todo, el mensaje de aquellas personas que no solo luchan cada 28 de junio conmemorando Stonewall, sino que luchan todo el año, a través de su ser, su decir y su hacer. Hoy, en Bogart Magazine, nos pintamos de colores que no se deslavan con la vuelta del calendario, sino que perduran en un espacio seguro para quienes aquí escriben y sobre quienes escribimos. 

El arte es diverso y es de todxs.