La historia de la música moderna se ha cimentado en la obra de figuras con sueños, ideales y visiones de un mundo diferente. El siglo XX, época de la barbarie fruto de guerras y múltiples crisis sociales, políticas y culturales derivadas, puso en la música probablemente una de las últimas esperanzas de la era moderna. 

Ciertamente, la manera inglesa de hacer música fue quizá una de las más representativas, con fenómenos como The Beatles, The Rolling Stones, The Who, etc. Pero fuera del espectro pop, resonaron voces que antes que manejar la música a través de ideas, trazaron estas a través de la música. Una de esas voces, fue y ha sido desde entonces la de Roger Waters, un hombre cuya vena humana, en todas sus contrariedades y esplendores, ha legado al mundo el último gran reclamo a la barbarie moderna en forma de música. 

Hablar de Roger Waters, significa hablar de la conciencia del lado oscuro de la humanidad, de los muros que el supuesto progreso pareció edificar en vez de derribar. Probablemente no ha habido una propuesta más transgresora y versátil en la música pop, cuyos vehículos conceptuales han quedado impregnados en la memoria colectiva, como lo ha sido con Pink Floyd; porque sí, hablar de Waters también significa hablar de Pink Floyd. Al final, incluso si todo fue una cuestión de ego, si no es el ejercicio de reflejo de la condición humana, ¿qué más podemos esperar/buscar de una manifestación artística como la música? 

El inglés oriundo de Surrey, que desde su adolescencia se vio involucrado en movimientos sociales como la Campaña Anual para el Desarme Nuclear, plasmó sin tapujos en su música su incisiva visión de la sociedad occidental moderna respecto a temas como la posguerra (fruto del trauma por la pérdida de su padre) en The Wall; las consecuencias de esta derivadas de un nuevo orden mundial en función del capitalismo en Animals; o el deterioro mental y la crisis existencial The Dark Side of the Moon o Wish You Were Here, entre otros.

Pero reducir la obra de Waters con Pink Floyd al puro discurso ideológico sería inapropiado, pues la cabeza  de una de las bandas más influyentes del siglo XX también se ocupó de reinventar el rock a través de la construcción de atmósferas progresivas como lo fue con Meddle, o de la grandilocuencia sonora mediante una instrumentación versátil con el acompañamiento de orquesta en Atom Heart Mother 

Quizá sobre decir que fuera de la música, Waters se ha caracterizado por un fuerte activismo; su obra ya habla de ello por sí sola. El británico ha sido una de las figuras públicas con mayor oposición al Estado de Israel, además de criticar diferentes sucesos del nuevo milenio. 

Hoy, Roger Waters es un referente, posiblemente uno de los últimos músicos de la camada de la invasión británica con gran relevancia no solo por sus inmensos shows o activismo social/político, sino por el hecho de seguir explorando esos rincones de la condición humana que no siempre nos animamos ver, pero que mediante la música, es posible asimilar y replantear. 

Por eso, en Bogart Magazine celebramos el cumpleaños 80 de Roger Waters, un músico lunático, quien está próximo a lanzar una regrabación en solitario de uno de sus discos más emblemáticos con Pink Floyd: The Dark Side of the Moon Redux; así que no te lo pierdas.