La Casa de Ariadna: un monstruo mitad hombre, mitad plaga
De todos los comienzos de obras teatrales jamás imaginé toparme con uno donde un hombre muriese tras quedar enredado con un suéter de manera accidental o que dicho incidente, pudiese tener algún entramado fuera del morbo o la comedia. La Casa de Ariadna recoge este hecho para volverlo capullo e iniciar un viaje.
Casos como este, donde la interpretación es clave, diré que lo único claro de la puesta en escena es el principio: un hombre quien mientras escucha un tango, trata de ponerse un suéter, pese a ser una tarea mecánica falla en el intento y su vida termina.
La Casa de Ariadna es una alusión al mito de la doncella que ayudó a Teseo a escapar del laberinto después de matar al minotauro, no obstante, la dramaturgia deja a lado la historia del hijo de Egeo para centrarnos en Ariadna como guía.
El hielo seco, proyecciones, luces parpadeantes, junto con las voces conductoras logran una experiencia inmersiva, en algunos momentos La Casa de Ariadna llega a ser asfixiante, dada la impecable coordinación entre las actuaciones y la atmósfera.
La escenografía es un laberinto de paredes transparentes, donde los actores luchan contra fuerzas invisibles y por su estructura, les es imposible tocarse entre sí. Cabe destacar que, se trata de un espacio escénico el cual se diseñó durante la pandemia con una intención dramática y otra dadas las medidas de sana distancia.
Con las actuaciones de Roberto Sosa, José Ortíz, Diego Martínez Villa, Ericka Mendez y Laura Ruiz Mondragón bajo la dirección de Ariadna Bautista Jácome, Patricia Gutiérrez y Erika Mendez, La Casa de Ariadna te espera el Centro de Exploración y Pensamiento Crítico los viernes y sábados del 2 de junio al 8 de julio, la entrada es gratuita.