Si muero joven, no quiero flores es un monólogo teatral dirigido por Cecilia Ramírez Romo e interpretado por el dramaturgo Omar Amador Esquivel que cuenta la vida de “El Cachorro” una estatua viviente. La historia revela cómo aprendió a ser una estatua gracias a las enseñanzas de su padre quien, aunque con un método ‘rudo’ logró hacer que “El Cachorro” aprendiera a hacer todo tipo de estatuas; una disciplina única. 

La vida de “El Cachorro” da un salto a la aventura cuando aparece “El Morro”, un músico callejero con el que se embarca a recorrer el país, llevando sus actos a todo lugar que vayan. 

Resalta la manera en que Omar Amador Esquivel es capaz de crear un diálogo con una sola voz y cuerpo que demuestra que su actuación es versátil. Desde el inicio atrapa y lleva al espectador a imaginar a más de una persona en escena. Su carisma único logra que la empatía con los personajes sea instantánea. 

Por su parte, el guión lleva un argumento sólido y personajes tan realistas que es factible poder pensar que en algún punto del país existen amigos viajando mientras llenan un acto a donde van. La escenografía aunque limitada no se desperdicia en ningún momento, hasta podría decir que a lo largo del monólogo lo que parecía poco se va expandiendo poco a poco.

La audiencia recibe la bienvenida con un escenario en donde sólo posan un baúl junto a un faro inerte. Poco a poco ambos elementos van conectando con la obra y su título. De la caja negra van saliendo detonantes de la historia, como si el término “el baúl de los recuerdos” fuera literal. Al momento de entrar “El Cachorro” al escenario un tercer elemento se hace presente: la guitarra, objeto que representa a “El Morro”. Con estos tres elementos se cuenta una historia que resulta enriquecedora. 

Hablando de los elementos escénicos la iluminación es otro gran acierto dentro de la puesta en escena, la forma en que va cambiando para cambiar la perspectiva de un sentimiento encontrado dentro de la narración es bastante buena, recuerdo incluso estar en un momento de la obra pensando en que momento cambiaron las luces, ya que la inmersión del espectador está tan bien lograda que pareciera que es parte de alguna película, cada escena está iluminada de acuerdo a la emoción que quiere transmitir la directora. 

El monólogo cuenta con un mensaje que se va desenvolviendo de a poco: lo único seguro sobre la vida, es la muerte. Esta es una obra que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de disfrutar el presente y ver todo lo que nos puede aguardar en el futuro. En palabras de Nicolas Alvarado, padrino de la presentación en el Teatro Casa de la Paz: “Todos morimos jóvenes teniendo en cuenta las cosas que no hemos hecho al momento de morir”. 

Si muero joven, no quiero flores se puede dividir en bloques, cada uno marcado con una estatua distinta las cuales tienen un simbolismo diferente. Sin embargo, en mi experiencia fue la última, la de un astronauta, la que tuvo un peso emocional al conectar con el duelo; con la pérdida de un ser queridx lo único que podemos hacer es disfrutar la vida como hubieran querido que lo hiciéramos para que a la hora de seguirles el camino no haya miedo ya que ellos nos estarán esperando. Para hacer las cosas que no hicimos o las que aún podemos hacer y como lo único seguro en la vida es la muerte, podemos estar con la idea de que en algún momento los volveremos a ver y a sonreír a su lado. 

Es interesante como la puesta en escena puede ser oscura y al mismo tiempo esperanzadora. Hay que vivir cada día como si fuera el último pues es posible que el mañana no exista. Es posible que las personas con las que nos veamos en una semana ya no estén, por eso es mejor aprovechar cada momento con ellas, envolviéndonos en un presente que nos haga sentir que nunca se acabara. 

El monólogo es una experiencia que no se puede vivir de otra manera que no sea en teatro, la actuación y la puesta en escena hacen que sea imposible pensar en que esta producción pueda traspasar a una grabación con el mismo sentimiento que produce verlo en vivo. El sentimiento y corazón puesto en este proyecto es evidente, también todo el trabajo detrás de él, que, aunque solo dure una hora se siente enorme. He de decir que si tienen la oportunidad de ver esta obra no la dejen pasar. Pues a pesar de que la presentación en Teatro Casa de la Paz fue el cierre de su gira, la producción está considerando tener más fechas el siguiente año.