Una amena reunión entre dos parejas para resolver un conflicto suscitado entre sus hijos, se torna en una batalla cruenta en la que la moral se desdibuja, las normas sociales se transgreden y el odio se esparce por las butacas del Teatro Milán. Un dios salvaje es una comedia negra que revela el lado más oscuro que tiene el ser humano y comprueba que sólo se necesita un chispazo para ocasionar un incendio de proporciones dantescas en donde la civilidad se consume de inmediato.

Un dios salvaje es una adaptación de la obra de la dramaturga francesa Yasmina Reza, en esta ocasión el director Miguel Septién presenta la puesta en el Teatro Milán y lo transforma en un campo de batalla en el que los buenos modales y el deber ser se desvanecen para mostrar a un cuarteto de personajes hostiles, cínicos, agresivos y feroces. Cuando el velo social se cae, la verdadera personalidad aflora.

Aunque la anécdota de la obra parece sencilla, encubre varios cuestionamientos filosóficos sobre la moral y discute acerca de la pertinencia de las pautas sociales creadas para una convivencia pacífica. El tono cómico es un excelente vehículo para poner sobre la mesa un tema de conversación complejo y confrontador, la obra discurre entre risas y revelaciones que mantienen en vilo al espectador.

Verónica (Flor Benítez) y Manuel (Chumel Torres) invitan a Ana (Fernanda Borches) y Alan (Pablo Perroni) para discutir sobre un conflicto ocurrido entre los hijos de ambas parejas. Lo que inicia como un encuentro civilizado se diluirá hasta convertirse en una hecatombe en la que el problema inicial queda rezagado para dar paso a una batalla verbal que prescinde del decoro y utiliza la denostación, la burla y el sarcasmo como armas. Las verdaderas personalidades de estas parejas salen a flote, los rencores guardados relucen y la decencia se pierde.

Un dios salvaje es una obra que va en crescendo y no se detiene hasta alcanzar la cúspide de la violencia. La manera en que el director Miguel Septién conduce la puesta hasta su culminación es excelsa, presenta a unos personajes imbuidos en su cotidianeidad, resalta la personalidad de éstos construida a partir de las normas sociales que los rigen, para romperlos a través de sutiles confrontaciones cuyo nivel aumenta hasta rozar el violento libertinaje. Logra manejar el ritmo de tal manera que el espectador no es consciente de las transformaciones que van sufriendo los personajes, hasta que estos se encuentran en el culmen de la disputa. 

Los cuatro consiguen matizar el temperamento de los personajes que interpretan y después, en un arranque de ira, se arrancan las máscaras sociales y develan el verdadero ser de estos personajes que, aunque hostiles y confrontativos, son un espejo de los espectadores que, atónitos, se reflejan en la pequeña sala en donde transcurre la obra. Ese es un punto trascendental de la obra, por más bajo que caigan los personajes, por más odiosos y crueles que se muestren, son fácilmente identificables y reconocibles, lo que permite que la empatía no se pierda y la trama avance sin trabas.

Un abogado leguleyo, adicto al trabajo y que no suelta el celular; un ama de casa que se muestra sumisa y abierta al diálogo; un comerciante mandilón y una escritora liberal amante del arte, componen el póquer de esta puesta en escena que se enfoca en cuestionarse si el ser humano es malo por naturaleza, cuestiona la factibilidad de las normas sociales ¿son necesarias para mantener la paz social a costa del bienestar mental de los seres?

Un dios salvaje es una de esas obras que se disfrutan en el momento en que discurre por las situaciones cómicas que presenta, pero una vez que ésta culmina y es digerida por el espectador, le genera varias preguntas y en ello radica la pertinencia de la misma.

Esta obra se presentará todo el mes de abril en el Teatro Milán los viernes a las 20:45 horas, sábados a las 19:30 y domingos a las 18:30 horas. Los boletos pueden adquirirse en las taquillas del teatro o a través de Ticketmaster.