La transición entre la infancia y la adolescencia es un proceso complicado lleno de cambios que representa la búsqueda de la identidad. En el caso de Trigal, de la directora Anabel Caso, esto queda enmarcado en una historia entrañable, simbólica y aterradora sobre dos primas que atraviesan dicho proceso en un contexto marcado por la violencia, el amor y la incomprensión, en el que también se hace un retrato interesante sobre la feminidad.

Las películas estilo Coming of Age cuentan con protagonistas que atraviesan por la cruda revelación de lo que implica crecer en un mundo que choca con sus ideales. Esta cinta entra en esa categoría con Sofía (Emilia Berjón) y Cristina (Abril Michel), dos chicas que comparten un tiempo de vacaciones a las afueras de un pueblo rural en México, en donde pasarán por los sinsabores del enamoramiento y enfrentarán su crecimiento en una realidad que las oprime hasta el cansancio.


Sofía y Cris comparten una complicidad entrañable en la que es posible empatizar con las situaciones que atraviesan, debido a que, a pesar de sus diferencias, son dos amigas y familiares que se nota que han compartido muchos momentos juntas. Al estar ubicada en México, la realidad de ambas se ve representada por un machismo predominante, un miedo constante ante los peligros que enfrentan las mujeres dentro del país y todo esto se acentúa aún más al ubicarse en un pueblo rural, así como por personajes como las madres de Sofi y Cris.  

Es posible decir que es una película que recuerda a Call me By your Name (dir. Luca Guadagnino) por el crecimiento que tiene Sofía en la búsqueda de su identidad y la importancia de su relación con Cristina, pero que queda delimitada en un contexto menos adorable, crudo, que retrata a un México moderno con sus contrastes. Y justamente aquí es donde está una de las partes más interesantes de Trigal, puesto que ¿cómo hablar de la feminidad y los sentimientos? sino es a través de los simbolismos presentes en imágenes memorables, los silencios y las miradas.

Para ello, el trabajo en fotografía es sumamente interesante y llena la historia de escenas bastante coloridas que representan la transición de los personajes principales. Vemos su lado más infantil, con ellas jugando a la luz de la luna en un bosque con luciérnagas, hasta un lado más siniestro en el que el ambiente habla sobre el peligro por los truenos que se escuchan a lo lejos con un cielo nublado. 

Trigal está llena de momentos con subtextos, lo cual es maravilloso para aquellas personas que disfrutan de interpretar los detalles que hay en pantalla. Pero  eso no termina ahí, puesto que los personajes interpretados por Alberto Guerra, Nicolasa Ortíz Monasterio y Úrsula Pruneda aderezan el viaje. En especial la madre de Cris (Úrsula Pruneda) quien hace una gran interpretación como alguien protectora pero que igual sirve como reflejo a futuro para Sofi al ser alguien que igual creció en un contexto complicado.

Sin duda, esta es una película imperdible para las personas que gustan de las Coming of Age movies, con un estilo que no le pide nada a las grandes producciones y que sirve para analizar el rol de la mujer en México, así como la representación de la adolescencia con narrativas disidentes. Las representaciones o analogías son geniales y la construcción de personajes se toma su tiempo, pero ya dentro sólo queda dejarse llevar por el umbral de los campos de trigal.