Mabel. Una tragicomedia escocesa
La maldición que le fue impuesta a Macbeth tras la osadía de Shakespeare por introducir un hechizo real (según los conocedores de la brujería) pervive hasta nuestros días. El nombre maldito, Macbeth, no puede ser pronunciado en un teatro so pena de sufrir un infortunio que puede ir de una falla escenográfica hasta la muerte. Ante esto, un par de temerosos actores intentará, por primera vez, culminar esta obra del Bardo sin sufrir las consecuencias de su embrujo, para ello modificarán no sólo el célebre texto, sino su nombre: Mabel. Una tragicomedia escocesa.
Esta adaptación, escrita por Emiliano Dionisi, pone en escena a la clásica y compleja obra de Macbeth, actualizándose al contexto posmoderno, lo que la convierte en un texto más digerible sin que la esencia shakespeariana se pierda. La ambición desmedida que lleva al protagonista a una muerte violenta, no sólo se mantiene vigente en esta nueva obra, sino que rebasa la barrera entre actor y personaje para contagiar a los intérpretes de esa insaciable ambición y condenarlos a caer en una espiral de locura. Esta metahistoria logra combinar la solemnidad contenida en las letras del Bardo de Avon con una comedia que se adhiere a la obra y la dota de una nueva mirada.
Mabel inicia con una advertencia por parte de los únicos dos actores que quedan en la compañía (los demás fueron víctimas de la maldición) y le prometen al público que terminarán la obra cueste lo que cueste. La complejidad de la travesía y obstáculos que deben superar para cumplir con su objetivo son equiparables a los de Macbeth. Los actores se mimetizan con el personaje y las fronteras entre ambos se diluyen conforme las vicisitudes a las que se enfrentan aumentan mientras la obra avanza hacia su trágico final.
Mabel. Una tragicomedia escocesa, teje dos historias en un mismo tiempo y espacio mientras el público es testigo de las costuras de la obra. La cuarta pared se rompe constantemente para establecer un diálogo directo con unos espectadores que navegan entre una ficción (propuesta por la obra Mabel) y la “realidad” de los actores que la interpretan al tiempo que intentan escapar de una maldición que les respira la nuca. El ejercicio metaficcional que realiza la obra es excepcional, dos ficciones se entrelazan para crear una comedia que mantiene el vilo al espectador al tiempo que le provoca risas constantes.
Con pocos elementos, esta puesta en escena logra estar a la altura de la obra en la que se basa. Dos actores logran interpretar a la pléyade de personajes que presenta Macbeth con una sincronía y una construcción digna de reconocimiento. El matiz que le otorgan a cada uno de sus personajes, bajo la puntual dirección de Alonso Íñiguez, los hace únicos y hace innecesaria la presencia de más actores en escena. Santiago Zenteno, Adriana Montes de Oca y Angélica Bauter (ellas alternando) surcan el escenario para representar a estos personajes en una obra cómica que combina el contacto físico con diálogos frescos y agudos.
La modificación de los diálogos a un lenguaje sencillo, que logran mantener el verso con elementos ocurrentes, no diluye la esencia del texto original, sino que la hace más digerible para el público y modifica su efecto hacia uno más cómico.
Un elemento digno a destacar en esta puesta en escena es el perfecto uso de efectos de sonido que suplen la falta de escenografía y transforma el escenario en una Escocia del siglo XIII. Es el sonido, junto con la pericia de los personajes, el que logra convertir a un par de sombrillas en filosas espadas, cortinas de plástico en castillos infranqueables, espacios vacíos en cavernas lúgubres.
El ascetismo escenográfico que se limita a un blanco impoluto, que hace eco con en el vestuario, es un campo fértil para evidenciar la transformación de los personajes en ambas historias. Ese blanco cegador con el que inicia la obra es mancillado por el malvado sangre que Mabel riega, denotando así su caída a causa de una ambición que lo llevará a su destrucción. Ambición que los personajes que interpretan la obra padecerán conforme la maldición se hace presente para impedir el desarrollo de una obra que estos actores están empeñados en concluir a costa de su propio bienestar.
Así Mabel y los actores que lo interpretan son incapaces de librarse de la ambición que los controla y los conduce a un final que todos conocen. El pilar de la obra shakespeariana original se mantiene intocado, pero las paredes que la recubren son pintadas con un toque cómico que la rejuvenece.Mabel. Una tragicomedia escocesa, se presentará hasta el 17 de diciembre del 2023 en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico los viernes a las 20:00 horas y sábados y domingos a las 18:00 horas.